La lealtad de los perros no tiene parangón. También lo es su afecto. Sin embargo, esto se vuelve problemático cuando su apego a sus dueños es exagerado hasta el punto de seguirlos sin descanso.
Todos los perros están apegados a sus dueños, pero en diferentes grados. Algunos perros son bastante independientes, mientras que otros se comportan como botes de pegamento. Siguen a sus dueños allá donde vayan. Se pegan a sus dueños incluso en la cama o en el baño. Para estos perros, la ansiedad por separación es una verdadera tortura que experimentan a diario. La vida de sus dueños tampoco se ve facilitada por este tipo de comportamientos, que a veces pueden ser muy vergonzosos.
¿Por qué un perro tiene la costumbre de seguir a su amigo humano? ¿Se puede remediar esto? ¿Cómo se puede remediar esto?
La idea de la separación le produce ansiedad
Para algunos perros, separarse de sus dueños es una tragedia. Desde el momento en que el propietario sale de casa hasta que regresa, el perro está profundamente angustiado y esto se manifiesta de diferentes maneras. La ansiedad de la separación lleva al animal a ladrar incesantemente, a gemir, a destrozar todo lo que está a su alcance e incluso a emitir orina y heces por toda la casa.
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El regreso de su amo es una especie de liberación para el perro, pero el dueño se enfrenta al daño que ha causado. El animal no entiende la decepción o incluso la reprimenda de su dueño, aunque se alegra de volver a verlo, lo que no hace más que agravar el problema.
Cuando el dueño no está, el perro le sigue a donde quiera que vaya. El perro no se apartará de su lado y será pegajoso. Aunque es agradable y conmovedor ver que su compañero está tan apegado, el hecho de que se sienta constantemente seguido es particularmente molesto. Este comportamiento también se observa durante los paseos: el perro no se aleja más de unas decenas de centímetros de su amo y, si se aventura más allá, lo busca constantemente.
Un perro demasiado mimado o al que no se le ha enseñado a ser independiente
Está claro, pues, que el perro que sigue a su amo a todas partes sufre una forma de ansiedad, la de la separación. Es la consecuencia de un aprendizaje ausente o incompleto: el de la independencia. Este último se adquiere bastante pronto en el cachorro. Después de las primeras semanas, la madre anima a sus cachorros a cortar gradualmente sus ataduras. Empieza a apartar a los cachorros que son demasiado pegajosos y les anima a distanciarse. Así entienden que deben empezar a volar por sí mismos.
A la hora de adoptar un perro, sea cual sea su edad, el error que no hay que cometer es romper este proceso de aprendizaje de independencia mimándolo demasiado. A menudo lo hacemos sin darnos cuenta, porque le tenemos cariño al animal. No nos damos cuenta de que nos excedemos acariciándolo cada vez que lo pide o dándole privilegios, como dormir en la cama.
Acostumbrado a que sus amos respondan a todas sus peticiones (mimos, comida, privilegios…), no deja de acudir y se convierte en este animal pegajoso.
«Desritualizar» la salida y el regreso
Otro error que a veces se tiende a cometer es el ritual de salida. Por miedo a hacer daño al perro por dejarlo solo en casa, empezamos a hacerle mimos y caricias justo antes de salir. Esto sólo refuerza el miedo a la separación. Este ritual hace que este miedo sea legítimo a sus ojos. Lo mismo ocurre con los reencuentros, que agravan sus ansiedades futuras si son demasiado sentimentales.
Para reducir este comportamiento, es aconsejable hacer que la salida y la llegada a casa sean acontecimientos más banales. Se acabaron las caricias y los mimos. En cambio, es aconsejable ser más firme, esperar a que el perro se calme y entonces llamarlo para felicitarlo. El adiestrador debe decidir cuándo abrazar al perro, y no al revés.
Para que el perro sea más independiente, también es importante dejar de darle privilegios. Debería dormir en su propia cama, no en la de su dueño. No se le debe permitir estar en el sofá o en determinadas habitaciones (habitación de los niños, aseo, cocina, etc.).
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