Apoplejía en los gatos

El ictus, o derrame cerebral no traumático, es de aparición tan repentina que es una de las urgencias médicas que hay que conocer para salvar y, sobre todo, ayudar a tu gato a recuperarse lo mejor posible. La edad media de los gatos que sufren un ictus es de 8 años y medio; a menudo se considera imprevisible, y su incidencia es del 3%, cercana a la registrada en los humanos.

A veces es difícil distinguir el ictus, la disfunción vascular grave, de ciertas enfermedades del gato mayor, las que también se manifiestan por signos neurológicos muy similares. Sin embargo, si se trata muy rápidamente, en las primeras horas tras la aparición de los primeros signos (<12 horas), y cuando el ictus no es mortal, puede ser objeto de un tratamiento adaptado. Este tratamiento facilita una recuperación progresiva de ciertas funciones cerebrales de su gato senior y limita así la aparición de secuelas que podrían reducir fuertemente su confort, su bienestar y su calidad de vida.

Accidente cerebrovascular, infarto, embolia, hemorragia… ¿Son lo mismo?

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A menudo escuchamos los términos infarto, isquemia, embolia o hemorragia cerebral… difíciles de entender. Hay dos formas muy distintas de ictus.

La primera es una alteración de la circulación sanguínea en el cerebro, causada por una isquemia, bastante frecuente en el gato, como un bolo o un coágulo que bloquea el suministro del cerebro tanto en oxígeno como en glucosa, nutriente esencial para su buen funcionamiento.

La segunda, da lugar a una hemorragia cerebral, una ruptura repentina de los vasos que libera la sangre que se acumula en las cavidades del cerebro comprimiendo los tejidos, las neuronas, se habla de presión intracraneal. La hemorragia cerebral, si es masiva, puede, por desgracia, causar una muerte súbita que puede no dejarle tiempo suficiente para llevar a su gato al veterinario o a un hospital veterinario de 24 horas (VHC).

Los factores de riesgo de ictus difieren entre humanos y gatos

El ictus es menos frecuente en los gatos que en los perros porque la vascularidad del cerebro es anatómicamente diferente. Por lo tanto, no es tan sorprendente que las características de la apoplejía que se observan habitualmente en los seres humanos, como el predominio de la parálisis parcial, la caída en un lado de la cara o la alteración del habla, tampoco se encuentren en los gatos.

Más de la mitad de los accidentes cerebrovasculares en los gatos tienen causas conocidas o son, al menos, diagnosticables mediante un examen médico exhaustivo (resonancia magnética, análisis de sangre, presión arterial, radiografía de tórax, ecografía, etc.). Un estudio publicado en el JAAHA (1) en 2011 destacó estos 4 factores principales que favorecen la génesis de un ictus en gatos monitorizados antes y después de su muerte:

  • trastornos de la coagulación;
  • deficiencia de vitamina B1 (presente en la levadura de cerveza);
  • hipertensión;
  • enfermedades hepáticas.

¿Cómo reconocer un derrame cerebral en su gato?

Cuando el cerebro se ve afectado por un ictus, los signos clínicos que pueden observarse dependen de la zona afectada, lo que da lugar a un alto grado de variabilidad individual. Esto es lo que puedes observar en casa, síntomas que te permiten considerar la aparición de un ictus en tu gato:

  • trastornos del comportamiento, de la vigilancia o de la conciencia (tu gato ya no te responde, parece desorientado);
  • trastornos sensoriales: pérdida del olfato, de la visión (ceguera), del oído;
  • trastornos del locomotor o del equilibrio con caídas;
  • alteraciones posturales (inclinación de la cabeza, parálisis, temblores);
  • cambios oculares con dilatación de la pupila del ojo y a veces movimientos muy rápidos de los ojos de derecha a izquierda, ausencia de reflejo de parpadeo cuando se acerca algo;
  • convulsiones, que pueden no ser detectables, si no está presente o si son de muy corta duración.

A menudo impresiona por su aparición repentina, por lo que es fundamental describir lo que se observa por teléfono al asistente veterinario para una mejor gestión del nivel de urgencia del ictus, incluso si ya está de camino a la clínica veterinaria. Entre 12 y 24 horas después de la aparición de los primeros síntomas, los signos clínicos no suelen empeorar.

¿Qué pasa con la vida de su gato después de un derrame cerebral?

Una vez iniciado el tratamiento de urgencia, la oxigenoterapia, la reducción del edema cerebral y diversos fármacos para facilitar la circulación sanguínea, antes de hacer un pronóstico sobre las condiciones de recuperación de las funciones cerebrales de su gato, es esencial una evaluación de la extensión, pero también de las causas.

Las enfermedades subyacentes que desencadenaron el ictus, si no se tratan, empeorarán el estado de su gato; pueden disminuir la esperanza de un retorno gradual de algunas funciones neurológicas. En este caso serán posibles las recidivas y las secuelas irreversibles que afectarán seriamente a la longevidad de su gato.

De vuelta a casa, con un tratamiento adaptado, su gato necesitará toda su atención y un poco de paciencia, sobre todo si la situación es sólo transitoria. La vigilancia, los cuidados estrechos y la observación son necesarios para acompañarle en un largo pero posible proceso de recuperación. Dejándolo dentro de tu casa, en una habitación que le sea familiar, podrá afrontar con tu ayuda las dificultades de la vida cotidiana, el acceso a su cuenco, a la caja de arena… tu benevolencia le aportará la seguridad que necesita para evitar lugares delicados (escaleras) o encuentros inesperados, tus caricias y tu presencia le tranquilizarán y le darán la fuerza necesaria para superar esta prueba

(1) ALTAY (UM): Enfermedad cerebrovascular felina: hallazgos clínicos e histopatológicos en 16 gatos. Revista de la Asociación Americana de Hospitales de Animales (JAAHA). 2011. Vol 47, p 89.

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